Estos son los puntos más importantes de la entrevista realizada por el ingeniero Daniel Trasmonte en El Campo y la Ciudad Radio por FM 104.1 América con su par, Daniel Miralles (profesor de Agronomía en la UBA).
- El trigo es un cultivo fundamental para la agricultura argentina por sus aportes a la rotación y al manejo de recursos. Pero también hay otros cultivos invernales alternativos, como los energéticos.
- Alternativas:
- Son cultivos cuya biomasa o grano se destina a complementar la energía necesaria para otras estructuras, enfocados en los biocombustibles.
- Ejemplos clave son la colza y la camelina, y también se menciona la carinata. Camelina y carinata se destinan netamente a biocombustibles, incluyendo combustibles de avión.
- Son complementarios a los cultivos tradicionales como trigo o cebada, no sustitutivos. Aportan a la diversificación en los esquemas de rotación.
- Ofrecen ventajas para la rotación: suelen consumir menos agua, liberan el lote antes permitiendo una «soja de primera», y dejan sustancialmente menor cantidad de rastrojo (biomasa) que el trigo o la cebada. Esto último es particularmente útil en zonas frías con problemas de acumulación de rastrojo.
- Son cultivos de renta con precios interesantes en el mercado.
- Exploran el suelo de forma diferente, enriqueciendo la rotación.
- Cultivos de ciclo corto como la camelina pueden usarse en períodos de barbecho en lugar de dejar el suelo desnudo.
- Se reconoce que la introducción de cultivos alternativos como la colza en Argentina ha tenido fracasos en el pasado. Esto se debió principalmente a la falta de conocimiento y datos confiables, importando materiales invernales europeos no aptos para las condiciones locales o fechas de siembra.
- Actualmente, las empresas abordan esto con mayor conocimiento y una paleta más amplia de materiales (invernales, facultativos, primaverales), aprendiendo a localizarlos en los ambientes adecuados. Se está trabajando con obtentores europeos (en Alemania, por ejemplo) para seleccionar genotipos adaptados a los mega ambientes de Argentina y Uruguay.
- Se aprendió de los errores logísticos del pasado (transporte inadecuado, pérdida de grano, problemas con maquinaria). Hoy existen bateas para transporte, conocimiento para regular sembradoras y cosechadoras, y la cosecha directa es más habitual.
- Los materiales actuales incorporan avances genómicos significativos, como genes que controlan la apertura de las vainas y tolerancia a virus, siendo tecnológicamente superiores a los de hace 20 años.
- La colaboración internacional es clave. Daniel Miralles trabaja con empresas europeas que operan en Latinoamérica, compartiendo conocimiento y adaptando tecnología. Un ejemplo es el desarrollo de mapas de adaptabilidad genotípica y modelos fenológicos (como los modelos Cronos) para España, basados en investigación argentina, que podrían ser útiles en otros países como Estados Unidos. Esto demuestra que Argentina tiene tecnología y es pionera en muchas áreas de investigación.
- Se destaca la importancia de la interacción público-privada. La universidad (UBA) actúa como un canal para resolver problemas y generar soluciones en colaboración con empresas privadas, lo cual es visto como muy positivo. La investigación debe estar ligada a la realidad de los lotes de producción.
- Respecto al mercado de trigo futuro, se observa una inclinación a incorporar materiales de ciclos más largos (Grupo 2, quizás Grupo 1) en ciertas zonas. Sin embargo, se necesita más investigación para entender completamente la tolerancia a heladas en pasto de estos nuevos materiales.
- Se considera crucial pensar en la segregación por calidad del trigo argentino en los próximos 5 a 10 años. Los clientes demandarán segregar por alta, media o baja calidad. Esto presenta desafíos, ya que los trigos de mayor calidad suelen tener menor rendimiento, lo que requiere que el productor reciba un diferencial de precio que compense la menor producción. Implementar la segregación demandará la generación de infraestructura en Argentina.




