Mónica Tortone es docente en el Jardín 5 de Colonia El Balde y en el 905 de la localidad de Roosevelt. Lleva 26 años ejerciendo la profesión y todas las semanas haciendo estos viajes. Claramente no cualquiera soportaría este trajín. Aquí la historia 👇
Viaja todos los lunes 120 kilómetros desde General Pico hasta la Colonia para darle clases a los chicos de la zona, y vuelve el viernes a su ciudad en la provincia de La Pampa.
«Ya llevo 26 años ejerciendo la docencia, 23 en esta escuela. La siento como mi casa. Cuando tomé el cargo sabía que no sería fácil ya que los caminos a veces son complicados para llegar, pero mis impulsos por el amor a la naturaleza y a la docencia me llevaron a estar acá» comenta Mónica.
La Colonia El Balde se encuentra dentro del partido de Rivadavia, a unos 60 kilómetros de América. No figura en los mapas. Allí sólo está la escuela y el club. La mayor parte del trayecto para llegar es por tierra y solo viven un puñado de habitantes.
Nunca le importó que su lugar de trabajo esté tan lejos: «No es fácil llevar esta vida, estar lejos de mi familia y amigos. Mi hijo también estudió acá y hubo una época que pasé meses con mi hijo viviendo en la escuela» cuenta con gestos de emoción en su rostro.
La travesía de transitar los caminos rurales es un extra para las docentes que tienen ruralidad. No sólo cuando están los caminos inundados y con barro, sino también en época de sequía que estos accesos se vuelven arenosos como si estuvieras en la playa con el auto. «Me tocó algún fin de semana que de tanta lluvia no podía salir así que me quedaba acá sola o con Gianfranco, mi hijo. Aprendió a cocinar y a comer lo que había, acá no es como la ciudad que elegís qué comer y si te falta algo salís a comprar. El almacén más cercano lo tengo a 25 kilómetros, en Roosevelt, así que el menú del día era abrir la heladera o la alacena y cocinar con lo que traía en la semana».
Mientras recorríamos el paraje, Mónica también me decía «no son fáciles los inviernos acá, despertarte a la mañana y ver el pasto blanco y todo congelado. A pesar de eso mis alumnos venían igual»
Fue un viernes por la tarde que pasé por el paraje y ya terminaba su semana. Mientras su compañera cargaba el auto para volver, le dije ‘no te robo más tiempo seguro ya se quieren volver’. «Para mí en el campo no hay horario, cuando estoy acá el tiempo se detiene. ¿Qué ganás con vivir apurado?» y siguió un rato más la charla, cuenta Iván Engels en su publicación por redes, donde relata diversas historias de los pueblos de la Provincia (Pueden seguirlo en Facebook Viajando por los pueblos de Buenos Aires y el Instagram Viajando por los pueblos).
«Este año me jubilo y dejo la escuela, no sólo dejo la docencia, sino también gran parte de mi vida acá, yo diría un pedacito de mí». Cuando me retiraba mientras en el horizonte ya comenzaba a bajar el sol, le pregunté con qué frase cerraría este ciclo de docente rural; y muy fue simple y directa: «Por más naturaleza y más campo».
Por Iván Engels.